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Sabrosa, saludable, digestiva, nutritiva… Nuestra barra artesana de espelta está hecha en nuestro obrador con harina de espelta integral ecológica y masa madre de cultivo propio, también de espelta ecológica. Un pan indispensable que va con todo y cuyo sabor y aroma remiten a los panes de antes, esponjosos y crujientes a la vez.
La espelta es uno de los granos denominados antiguos y uno de sus grandes valores es la autenticidad, ya que nunca se ha hibridado con otras especies. Se trata de una variedad ancestral de trigo, pero más nutritiva, suave y gustosa, que produce un pan de miga tupida y consistente, con un toque que recuerda a los frutos secos.
Lo que convierte a la espelta en un cereal interesantísimo a nivel nutricional es su riqueza en proteínas, que son más completas que las del trigo porque contienen un aminoácido esencial: la lisina, un nutriente que resulta clave por su implicación en la absorción del calcio y el desarrollo de las defensas.
También aporta vitaminas del grupo B, que son indispensables para el funcionamiento del sistema nervioso, y minerales, como magnesio, hierro, fósforo y zinc.
Hacemos nuestra artesana de espelta totalmente ecológica de manera artesanal con harina de espelta integral, que mezclamos con un poco de harina blanca de espelta, y masa madre de cultivo propio, que también está hecha con harina de espelta. La masa madre le proporciona una textura excepcional y predigiere los nutrientes, lo que facilita su absorción y protege la microbiota intestinal.
Elaborado según el estricto protocolo ecológico, este pan es fruto de un proceso de fermentación lenta que dura casi dos días: la masa madre, que supone la mitad de la harina utilizada, trabaja durante 24 horas, a las que se suma el largo reposo de las piezas antes del horneado, dando como resultado un verdadero manjar.
Entre sus cualidades principales sobresale una destacable dosis de fibra, que lo convierte en una buena ayuda si se busca regular el tránsito intestinal y evitar el estreñimiento. Aunque la espelta posee gluten, la composición molecular de este último es distinta a la del gluten de trigo y es más frágil, por lo que se rompe fácilmente al masticar, favoreciendo su digestión. Por ello, quienes tienen dificultades para digerir y asimilar el gluten suelen tolerar mejor el pan de espelta, que aun así sigue sin ser apto para celíacos.
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