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Descubre ocho aceites muy especiales

Descubre ocho aceites muy especiales que enriquecerán tu dieta tanto a nivel nutricional como organoléptico. Aceites de sésamo, de cártamo, de argán, de calabaza… Te explicamos cómo utilizarlos para que su aporte sea más completo. Las grasas y los aceites tienen un papel destacado en la alimentación, ya que representan la fuente principal de energía y garantizan la absorción y transporte de las vitaminas A, D, E y K, junto con sustancias antioxidantes, como los carotenoides y compuestos fenólicos, que se encuentran disueltos en ellos. Ahora bien, sus efectos sobre nuestro cuerpo son muy diferentes según sea su composición. Comenzaremos por explicar las diferencias entre las grasas saturadas e insaturadas.
  • Grasas saturadas: las reconocemos porque son sólidas a temperatura ambiente y se las considera responsables de la subida del colesterol malo y otros problemas circulatorios. La mayoría se encuentran en alimentos de origen animal, como la carne que no es magra, los embutidos, los huevos o los quesos.
  • Grasas insaturadas: son los aceites vegetales que se muestran líquidos a temperatura ambiente y se conocen como grasas buenas porque controlan el colesterol y las enfermedades del corazón.
Los aceites ecológicos se obtienen por el sistema de extracción en frío, un método que garantiza que conserven las mismas características biológicas que tenían cuando se encontraban en su origen, ya sea una semilla o un fruto. En el caso del girasol o del lino (plantas oleaginosas) se forma dentro de la semilla, mientras que en el caso del olivo se genera en la pulpa de la aceituna. Antiguamente, todos los aceites eran prensados en frío, se consideraban muy valiosos para la alimentación. Tras la revolución industrial y con una mecanización cada vez más eficiente, se comenzaron a usar métodos de extracción más sofisticados; calentando las semillas y lavándolas con soluciones derivadas del petróleo. Se alcanzaron altos niveles de rendimiento, el producto final se abarató y el aceite pasó de ser un alimento esencial y altamente nutritivo a convertirse en un simple producto calórico, una sustancia desvitalizada y en muchos casos perjudicial para la salud. La agricultura ecológica ha recuperado la tradición ancestral y obtiene el aceite mediante un simple prensado, vigilando especialmente que la temperatura generada por la presión no supere los 45ºC. Así se asegura la estabilidad molecular de los ácidos grasos poliinsaturados y el aceite conserva todo el sabor propio de la semilla o fruta de la que proviene.

Descubre ocho aceites muy especiales

Aceite de oliva virgen extra Es muy rico en vitamina E, un nutriente que protege la grasa de la peligrosa acción de los radicales libres, oponiendo resistencia a la oxidación que estos producen sobre el cuerpo. Igualmente, favorece la digestión porque estimula la vesícula biliar, protege y tonifica la epidermis, estimula la absorción del calcio y, al contrario que otras grasas sólidas, no satura ni el hígado ni el páncreas durante la asimilación de los alimentos. En la cocina: es el mejor para cocinar, ya que al no ser monoinsaturado es muy resistente a las altas temperaturas. Sin embargo, es importante no quemarlo y tampoco se aconseja reutilizarlo para volver a freír. Aceite de sésamo Contiene fosfolípidos que mejoran la memoria y aclaran el pensamiento, reduce el colesterol, fortalece el sistema nervioso, ayudando a las personas deprimidas a recuperar el ánimo. También sirve para tratar problemas cutáneos, como sequedad, picor o eczema. En la cocina: para aprovechar al máximo sus propiedades debe utilizarse en crudo o como mucho para saltear rápidamente verduras, pasta, o arroz. Los salteados no elevan tanto la temperatura como los fritos. Con sólo unas gotas, su extraordinario sabor tostado aromatiza cualquier plato con un toque oriental. Receta: noodles de arroz con judías verdes. Aceite de girasol Mantiene las arterias limpias de grasas y por ello se recomienda en casos de arteriosclerosis. Gracias a su riqueza en vitamina E es un gran aliado de la piel, a la que proporciona elasticidad y juventud. En la cocina: perfecto para aliñar ensaladas, pero es imprescindible elegirlo sin refinar y de primera presión en frío para evitar la pérdida de la vitamina E. Receta: canelones de berenjena y atún. Aceite de cártamo Contiene niveles muy altos de vitamina E y ácidos grasos omega-6. Es ligeramente laxante y se aconseja para hacer gárgaras en casos de halitosis, gingivitis, aftas bucales y afecciones inflamatorias de la garganta. En la cocina: como el calor degrada todas sus propiedades lo usaremos siempre en crudo para aliñar ensaladas, verduras hervidas o platos de pasta. Aceite de lino Posee un agradable sabor a nueces y, a causa de su elevado aporte de omega-3, disminuye el colesterol y el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Asimismo, alivia las enfermedades inflamatorias y se recomienda tomar una cucharadita al día para tratar el estreñimiento. También es un buen aliado en la menopausia, ya que favorece el equilibrio hormonal y previene el cáncer de mama debido a su concentración en fitoestrógenos en una proporción de 75 a 800 veces superior a la de cualquier otro alimento. En la cocina: hay que guardarlo en el frigorífico para evitar que se vuelva rancio y utilizarlo siempre en crudo. Puedes hacer un aderezo con aceite de lino y vinagre para la ensalada o agregar unas gotas a sopas o guisos una vez están hechos. Aceite de calabaza Está especialmente aconsejado en procesos de desmineralización (caries dentales, caída de cabello, uñas frágiles) y equilibra los niveles de colesterol y triglicéridos. También es muy eficaz para ayudar a expulsar parásitos intestinales (hay que tomar una cucharadita en ayunas) y la mayoría de problemas de próstata (abenomas benignos, inflamación, atrofia y crecimiento anormal) se benefician de su efecto antiinflamatorio. En la cocina: se usa en crudo y es excelente para aliñar ensaladas o aromatizar cremas, sopas o verduras a la plancha. Los adultos pueden tomar un par o tres de cucharaditas al día, mientras que los niños tienen suficiente con una. Aceite de argán Se extrae del árbol de Arganda, que sólo crece en el suroeste de Marruecos, y en los últimos tiempos ha despertado un gran interés internacional. Como consecuencia, han aparecido muchos productos cosméticos a base de aceite de argán que no tienen nada que ver con el argán; sólo el nombre, porque para conseguir sus beneficios es preciso que sea virgen, puro, 100% natural y de extracción en frío. El 80% de sus ácidos grasos son insaturados del tipo oleico y linoleico. Contiene casi el doble de tocoferol (un antioxidante que frena el envejecimiento celular) que el aceite de oliva y reduce el colesterol malo y los dolores articulares y reumáticos. A nivel externo regenera la piel y fortalece el cabello y las uñas. Usos cosméticos: para hidratar la piel hay que aplicarlo en todo el cuerpo una hora antes de ducharse y en el cabello media hora antes de lavarlo. Si el objetivo es endurecer las uñas, mezcla unas gotas con limón y masajéalas antes de acostarte. Descubre cómo utilizar diferentes aceites en cosmética. En la cocina: su sabor a frutos secos es estupendo para untar pan o condimentar ensaladas y cuscús. Aceite de coco Es un alimento apto para dietas crudas (raw food) porque se elabora a una temperatura inferior a 40ºC. Las dos terceras partes de su grasa saturada están compuestas por ácidos grasos de cadena media que se queman como energía de manera inmediata y no se almacenan como grasa corporal. A la vez, equilibran el colesterol, protegen el corazón y tienen capacidades antimicrobianas y antivirales. En la cocina: debido a que es termoestable no se oxida al calentarse y puede usarse para freír, hornear, cocer o asar, sin que sea necesario disolverlo previamente. Se solidifica a menos de 25ºC y en ese estado es el perfecto sustituto de la mantequilla. Receta: brochetas de pollo, coco y sésamo.

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