El yogur ecológico regenera la flora intestinal – Estudios
El yogur ecológico regenera la flora intestinal, que se altera a causa de la mala alimentación, la toma de medicamentos o las infecciones. Además, los yogures ecológicos contienen más proteínas, minerales y grasas saludables que los no ecológicos.
Originario del Asia central, concretamente de la zona que ocupan actualmente Turquía y Bulgaria, el yogur entró en la alimentación de casualidad debido a la necesidad que tenían los pueblos nómadas de transportar la leche fresca. Gracias a esta transformación bacteriana, la leche se coagulaba, cambiando de textura y propiedades, y permitiendo una mayor conservación del alimento lácteo.
En 1903 el doctor búlgaro Stamen Grigoroff descubrió la bacteria causante de la fermentación láctica: lactobacillus bulgaricus. Aunque sus efectos saludables ya eran conocidos, sus beneficios sobre la flora intestinal los demostró por primera vez Metchnikoff, quien recibió el premio Nobel en 1908. Indicó que contenía bacterias capaces de convertir la lactosa (azúcar de la leche) en ácido láctico y que este ácido imposibilitaba el crecimiento de bacterias dañinas en el intestino, derivadas de la descomposición de los alimentos. También descubrió que el yogur era el responsable de la alta esperanza de vida de los campesinos búlgaros, que contenía un amplio rango de vitaminas del grupo B y que las bacterias que poseía atacan, bloquean y neutralizan las toxinas, generando una depuración del organismo.
El yogur ecológico regenera la flora intestinal
Se considera un alimento que aporta energía y nutrientes y que puede ayudar a prevenir enfermedades y mejorar el estado de salud y bienestar.
Regenera la flora intestinal: la mala alimentación, las infecciones y el abuso de medicamentos, como los antibióticos, atacan la flora intestinal y el ácido láctico (generado por las bacterias probióticas) imposibilita el desarrollo en el intestino de bacterias dañinas provenientes de la descomposición de los alimentos.
Fortalece el sistema inmunológico: nos ayuda a defendernos contra las infecciones debido a que el Lactobacillus es capaz de aumentar la inmunidad del huésped mediante producción de colonias fuertes en el tracto intestinal. Por tanto, las bacterias patógenas no serían capaces de realizar cualquier acto de destrucción en el cuerpo del hospedador.
Reduce el colesterol: gracias a la presencia de bacterias probióticas y a la absorción incrementada de colesterol por la bacteria.
Incrementa la disponibilidad de algunos nutrientes: proporciona una gran fuente de calcio absorbible, al esta este mineral disuelto en el ácido láctico. También la fermentación aumenta los contenidos en ácido fólico (vitamina B9), niacina (vitamina B3) y riboflavina (vitamina B2). Además, las bacterias ácido lácticas son conocidas por liberar varias enzimas y vitaminas en el intestino, ejerciendo efectos sinérgicos en la digestión y aliviando los síntomas de la mala absorción intestinal.
Mejora los síntomas de diarrea: incluso la descomposición asociada con antibióticos, ya que el yogur restablece la flora intestinal sana, que se destruye por las diarreas.
Sin duda, estamos ante un alimento muy equilibrado que debe tomarse a diario para aprovechar todas sus ventajas. Gracias a la fermentación, sus nutrientes se asimilan y aprovechan mejor que los de la leche, mientras que a nivel nutricional su composición viene marcada por la procedencia de esta última y en concreto de su modelo de producción (ecológico y no ecológico).
Textura densa y cremosa: las diferencias entre los yogures ecológicos y no ecológicos en el valor energético y en los niveles de grasa son debidas a que, en el caso del no ecológico, la leche suele ser parcialmente desnatada. Desde el punto de vista químico, la acidez que proporciona el ácido láctico durante la fermentación provoca la precipitación de la proteína de la leche o caseína, lo que confiere al yogur una textura semisólida y un sabor característico. Los mayores niveles de lípidos y proteínas de la leche ecológica hacen que la densidad del yogur ecológico sea mayor que la del no ecológico.
Mayor fracción de proteínas: en 100 g de yogur ecológico encontramos 5 g de proteína frente a los 3.5 g que posee el yogur no ecológico, lo que significa un 42.8% más de este nutriente esencial para la formación, mantenimiento y renovación de los tejidos del organismo.
Más minerales: el yogur es una fuente importante de minerales como calcio, magnesio, fósforo y potasio, cuyo aporte varía en función del origen de la leche. En el caso del yogur ecológico, aporta un 16% más de potasio que el no ecológico.