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Estas leguminosas son de las más utilizadas en la cocina mediterránea y en todo el mundo. En este artículo te explicamos cómo cocinar los garbanzos para que sean más sabrosos y digestivos.
Los garbanzos son una fuente de proteínas y contienen muchas vitaminas, como la B1, la B6 y el ácido fólico, además de minerales como el fósforo y el hierro. Gracias a su aporte en nutrientes y en fibra, favorecen el tránsito intestinal y ayudan a combatir el estreñimiento.
La clave para que los garbanzos queden tiernos es su cocción.
Una vez listos, puedes guardarlos en la nevera entre 3 y 4 días. También los puedes congelar por raciones, te aguantarán entre 4 y 5 meses. En este caso, solo tendrás que sacarlos del congelador y ponerlos en una sartén o en el microondas.
Una vez cocidos, puedes hacerlos de múltiples formas: fritos con especias, triturados para hacer un hummus o una crema para acompañar la carne o el pescado, chafados para hacer un falafel, entre muchas otras…
Pero la manera más clásica de hacerlos es con un guiso.
No existe unanimidad sobre el origen de consumo y cultivo de los garbanzos, ya que algunas investigaciones los sitúan en la zona de la cuenca mediterránea y otros, en cambio, en Asia occidental. Lo que sí está claro es que es una legumbre que se remonta a tiempos prehistóricos porque se han descubierto evidencias de su presencia en excavaciones preneolíticas en Sicilia.
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Texto: Borja López (@borjalopezz), chef de cocina de mercado.
Si sigues una dieta vegetariana o vegana, quieres reducir la ingesta de alimentos de origen animal o te apetece probar algo nuevo, las hamburguesas vegetales son una gran opción. Las tienes listas en apenas dos o tres minutos en la sartén, están deliciosas y hay multitud de variedades.
¡Anímate a probarlas y disfruta de sus sabores y beneficios para tu salud!
Las hamburguesas vegetales suelen elaborarse a partir de una base de legumbres, cereales, pseudocereales, tofu, seitán… y al ingrediente principal se le añaden otros, como verduras, queso, miel, algas, setas, etc. En caso de estar empezando a adentrarte en el mundo de la proteína vegetal, es aconsejable comenzar con las que contienen queso.
El tofu y el seitán suelen contener una mayor cantidad de proteína, lo que los convierte en los ingredientes más indicados para quienes consumen hamburguesas vegetarianas como sustituto de los productos de origen animal. La calidad del aporte de proteína dependerá de los aminoácidos aportados, por lo que se aconseja elegir hamburguesas con una alta proporción de tofu, porque la soja es una legumbre que contiene los ocho aminoácidos esenciales.
Las hamburguesas vegetales con base de cereales o pseudocereales resultan ideales para aquellas personas que priorizan el sabor y la textura. Suelen hacerse con copos de avena o arroz integral, pero también las hay con base de quinoa, espelta o mijo, por ejemplo. Aunque la proporción de proteínas suele ser inferior, aportan mayores cantidades de hidratos de carbono, proporcionando al cuerpo energía de forma más rápida que las de legumbres o derivados.
Son ideales para celíacos o personas que no quieren consumir gluten. Además, si escoges legumbres como la soja o los garbanzos estarás obteniendo una proteína vegetal completa que posee todos los aminoácidos necesarios.
Descubre más consejos
Texto: Amancay Ortega, dietista-nutricionista.
La primavera llega acompañada de una explosión de energía y es el momento de dejar atrás la dieta invernal y elegir alimentos y cocciones que depuren, limpien y desintoxiquen el organismo.
En Oriente se dice que tener salud es vivir en armonía con el medio ambiente y que la capacidad de adaptación a las transformaciones de la naturaleza es la mejor forma de proteger el equilibrio.
Tras el recogimiento propio del invierno llega la primavera: un período de apertura, nacimiento y germinación. Es momento de prepararse para limpiar, depurar y eliminar toxinas acumuladas durante los meses de frío, cuando la comida es más fuerte, más grasienta y más salada.
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Alimentarse correctamente es bien sencillo. De hecho, solo hay que comer alimentos de calidad y variados, aplicar el sentido común y no dejarse llevar por modas pasajeras.
Para tener una dieta equilibrada comienza por lo más básico, y si no te sientes mejor y con más energía, vuélvelo a probar, y si sigue sin funcionar, te recomendamos que te pongas en manos de un especialista. Las dietas deben ser personalizadas, porque si lo más básico no funciona es probable que exista algún problema metabólico, alguna intolerancia o alergia.
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La macrobiótica aconseja comer cereales, legumbres, verduras, derivados de la soja, fruta cruda en pequeñas cantidades, proteínas vegetales… Una dieta que, acompañada de un estilo de vida tranquilo y ordenado, repercutirá directamente en la salud y el bienestar del organismo.
La palabra macrobiótica tiene su origen en el griego macro (grande) y bios (vida). A mediados del siglo XX, el japonés Oshawa aplicó este término (que él traducía como el arte de la longevidad) a su dieta de alimentos naturales al estilo oriental. Actualmente, y gracias al trabajo de sus discípulos Herman Aihara y Michio Kushi, la macrobiótica disfruta de una gran popularidad en todo el mundo.
Michio Kushi da las directrices de la dieta macrobiótica estándar y las proporciones diarias que se tienen que tomar de cada grupo de alimentos. Además de los consejos dietéticos, también recomienda una serie de normas para disfrutar de la vida como, por ejemplo: vivir feliz, mantenerse activo, expresar gratitud, masticar bien, irse a dormir y levantarse pronto, mantener la casa ordenada… Y a la hora de cocinar aconseja hacerlo en un ambiente tranquilo.
Dentro de los consejos alimentarios recomienda que todos los productos que comamos sean integrales y preferiblemente ecológicos. También, aconseja evitar el azúcar, el chocolate, los lácteos, las frutas y verduras tropicales y los estimulantes como el café y el té negro. Así como reducir el consumo de proteína animal y de alimentos envasados.
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Está científicamente probado que la fibra es un nutriente fundamental para el buen funcionamiento del organismo. Además de facilitar el tránsito digestivo, permite sintetizar la glucosa vinculada con la actividad mental, conserva la flora intestinal en perfectas condiciones y protege de la obesidad y la diabetes.
Existen dos tipos de fibra: la soluble y la insoluble. La primera se encuentra en legumbres, frutos secos, fruta, verdura y cereales. Al entrar en contacto con el agua se forma un gel que tiene la capacidad de generar sensación de saciedad. Es la responsable de reducir los niveles de glucosa y colesterol. La insoluble forma parte de los alimentos como los cereales y derivados, especialmente integrales. Evita el estreñimiento.
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Los prebióticos y los probióticos se incluyen en el concepto de alimento funcionales, ya que además de destacar por las cualidades nutricionales, equilibran la flora intestinal y aportan beneficios adicionales para la salud.
La población bacteriana del intestino forma uno de los sistemas más complejos del organismo, y los últimos estudios han revelado que la flora intestinal influye en el sistema inmunitario. El consumo de alimentos prebióticos y probióticos (yogures, ensaladas, frutas y verduras) favorece el crecimiento de bacterias beneficiosas para el intestino, a la vez que combate las nocivas, de manera que refuerza el sistema inmunitario y la salud. Tanto los prebióticos como los probióticos tienen un efecto metabólico de las grasas y previenen las infecciones intestinales.
Son hidratos de carbono que nuestro cuerpo no digiere y favorecen el crecimiento de bacterias beneficiosas. Podemos decir que son el alimento de los probióticos y favorecen su reproducción. Los prebióticos se encuentran en la alcachofa, achicoria, plátano, avena, cebada, legumbres, patata, boniato, ajo, cebolla, puerro y espárragos.
Son microorganismos (bacterias o levaduras no patógenas) que contribuyen a mantener el equilibrio de la flora intestinal, refuerzan las defensas y mejoran la salud en general. Es importante que sobrevivan al proceso digestivo para que lleguen al colon en una cantidad considerable. Se encuentran normalmente en los alimentos fermentados como el yogur, kéfir, leche y queso de cabra, chucrut, algas, sopa de miso, tempeh y chocolate negro.
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Adelgazar y mantenerse en el peso deseado puede ser más fácil gracias a los principios de la macrobiótica. Por regla general, los que siguen esta dieta están en su peso, ya que además de seguir una alimentación simple, sana y equilibrada, evitan las grasas saturadas y los azúcares simples.
Compuesta básicamente de cereales integrales naturales de origen ecológico, la dieta macrobiótica no se basa en reglas rígidas (al contrario de lo que mucha gente piensa), sino en criterios generales que cada uno tiene que adaptar a sus circunstancias particulares. De hecho, más que un régimen de adelgazamiento, la macrobiótica consiste en una concepción de vida que integra alimentación equilibrada, salud y espiritualidad.
Una comida macrobiótica tiene hasta un 10% de fibra. Perla Palacci, autora del libro «Macrobiótica para todos», indica que esta dieta no solo nutre de forma equilibrada, sino que también tiene un gran poder saciante. Como consecuencia, se produce un cambio en el metabolismo, hecho que suele traducirse en un adelgazamiento progresivo y equilibrado que ayuda al cuerpo a eliminar los residuos que no necesita a la vez que se gana energía y vitalidad.
A diferencia de las dietas de adelgazamiento habituales, altas en proteínas y bajas en carbohidratos, en la macrobiótica los hidratos de carbono completos constituyen entre el 40 y el 60% del total de la ingesta, un hecho que reduce el deseo de dulces y de otros alimentos que engordan.
Si hay sobrepeso, siguiendo este régimen de forma controlada puede haber una pérdida aproximada de medio kilo a un kilo por semana. Además, es recomendable hacer 4 o 5 ingestas diarias, masticar muy bien, estar activo físicamente y mantener una actitud mental alegre y positiva.
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Comer bien rejuvenece, ya que una dieta sana y equilibrada hace que la piel tenga un mejor aspecto y nos ayuda a sentirnos bien emocionalmente y a tener más vitalidad.
Sentirse joven es sinónimo de vitalidad, alegría, frescura, elasticidad, agilidad, ilusión… Y como antónimos de juventud tenemos el endurecimiento, la falta de vitalidad, la pérdida de ilusión, el estancamiento, la sequedad, etc. Por tanto, una manera de describir el hecho de rejuvenecer sería sentirse alegre y vibrante, tanto a nivel físico como mental. Pero no es posible rejuvenecer solo físicamente, ya que hay una unidad entre el cuerpo, la mente y el espíritu. Así pues, se trata de activar los tres frentes.
La piel está formada por 7 capas repartidas entre la epidermis, la dermis y la capa subcutánea. La formación celular va del interior hacia la periferia, y desde que se forman hasta que por migración llegan a la epidermis, mueren y son expulsadas, el proceso dura unos 28 días de media.
Cuando se endurece grasa bajo la piel, recibe menos sangre, menos oxígeno y menos nutrientes. Esto hace que disminuya su habilidad para eliminar toxinas y tarda más en renovarse, lo que equivale a un aspecto menos joven.
Como la piel está nutrida por una gran cantidad de vasos sanguíneos, cualquier cambio en la condición de la sangre afecta rápidamente. De la misma manera, como la alimentación influye directamente en la sangre, comer de manera sana y equilibrada se traduce en una piel más joven y elástica.
Igualmente, una dieta alta en colesterol o grasas saturadas, la sobreexposición al sol, el exceso de sal, el tabaco, comer muchos productos horneados, tomar poca verdura fresca y pasar muchas horas delante del ordenador son actividades que absorben la vitalidad y provocan el envejecimiento prematuro.
Proporcionan una energía constante al metabolismo y las funciones vitales, al mismo tiempo que promueven una buena eliminación de las toxinas, un hecho que ayuda a mantener la piel limpia, clara y con buen aspecto.
Los cereales integrales mantienen la piel firme y suave porque incluyen su parte externa, que es rica en vitaminas, minerales, aceites y proteínas. Por su parte, los granos refinados generan el empobrecimiento de la piel, ya que están desprovistos de su capa exterior.
Para conseguir una belleza natural la mejor proteína es la vegetal (tofu, seitán y tempe) o la combinación de un cereal, una legumbre y una semilla.
Aportan a la piel elasticidad y frescura gracias a su contenido en vitaminas y minerales. Lo más recomendable es comerlas crudas o poco cocidas. Las vitaminas A, C y E son las que tienen más antioxidantes.
Desde hace siglos se conoce su capacidad para prolongar la vida, prevenir enfermedades y proporcionar belleza y salud. Contienen de 10 a 20 veces más minerales que las verduras terrestres y la mayoría eliminan metales pesados tóxicos y radiactivos del cuerpo. Desintoxican, son diuréticas y alcalinizan la sangre.
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Existen alimentos que pueden ayudarnos a regular los niveles de glucosa, para evitar una futura diabetes, siempre acompañados de un estilo de vida saludable y práctica de ejercicio.
Los alimentos que regulan el nivel de azúcar en sangre facilitan el trabajo al páncreas, que libera la cantidad exacta de insulina para que la glucosa entre en las células en la medida que éstas la necesitan. Todos ellos tienen en común su IG (índice glucémico) bajo. Destacan las verduras, algunas frutas y legumbres, los cereales integrales y los frutos secos.
Cuando existen desequilibrios con la glucosa, empezar la jornada con un desayuno a base de avena es una muy buena opción. Los betaglucanos y la fibra soluble que contiene la avena intervienen en la absorción intestinal y ayudan a controlar el exceso de azúcar en la sangre. También podemos incorporar este pseudocereal en nuestras comidas.
Edulcorante natural de origen vegetal que puede ayudar a regular los niveles de glucosa, incluso en personas que ya se encuentran en estado diabético. La estevia no aporta calorías y tienen un poder endulzante 300 veces superior al del azúcar.
Este pseudocereal ayuda a regular los niveles de glucosa gracias a su riqueza en fibra y lisina. Además, aporta buenas cantidades de hierro y calcio.
Es básico tener siempre a mano a la hora de cocinar, ya que se caracterizan por su efecto hipoglucemiante.
Algunos estudios han demostrado que tomar canela en ayunas contribuye a reducir los niveles de azúcar en sangre.
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